En 2012 vi una peli que plantó en mí una semilla que ha sido importante en cultivar el mindset que hoy me impulsa hacia delante. Por aquel entonces aún no había entrado en el camino del autoconocimiento ni sabía lo que era meditar, pero en mi interior empezaba a latir un fuerte anhelo por sentir un poco más profundo, por vivir un poco más real, y por amar con toda mi verdad. Hablo de “El lado bueno de las cosas”; en inglés Silver Linings Playbook.
Recuerdo que después de varios años, mi novio de entonces (que también fue mi primer amor) y yo lo habíamos dejado, y tenía el corazón hecho pedazos. Siempre pienso en lo que dice Bebe en su canción “Respirar”, eso de que cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso. Y es que es una gran verdad. Ahora aquello me parece una broma de adolescentes, pero entonces era mi mayor preocupación. Esa peli me encontró en el momento perfecto y me enseñó algo que en el fondo ya sabía pero que necesitaba volver a escuchar, y es que tras las nubes el sol siempre está brillando; que cuando una puerta cierra se abre una ventana; y que no hay mal que por bien no venga… Aunque es cierto que hay algunos males que no vienen nada bien, como lo ha sido esta DANA que ha matado a cientos de personas y ha dejado a miles sin sus bienes más preciados.
Desde luego que en una desgracia así no existe un lado bueno, pero lo cierto es que aunque ahora cueste verlo, entre el barro y el dolor asoma un lado muy bonito; y es el poder de la conexión.
Estos días lo que más escucho entre los que no estamos afectados pero sí conmocionados es que nos desborda la tristeza, nos puede la culpa y nos supera la impotencia. Estamos vulnerables y nos cuesta serlo mientras hacemos como si nada, porque aquí “la vida sigue”. Yo estoy sintiendo lo mismo, pero mi proceso interno (y el enorme privilegio de no haber perdido a nadie) me ha regalado otra perspectiva, y hoy quería compartir un poco de lo que llevo por dentro por si te sirve de espejo. Te cuento:
Buena parte de este año he estado navegando un duelo, y aunque va pesando un poco menos, todavía muchos días se apodera de mi corazón y me lo rompe en pedacitos que cuesta recomponer. Cuando me inunda la pena lloro hasta la última gota, y también escribo mucho para sacar de una forma un poco más tangible todos los pesos pesados, y eso me da ligereza. Con el tiempo he aprendido que el dolor no viene tanto de lo que estoy navegando; viene de tener que dejar ir lo que un día fui y ya no soy, lo que íbamos a ser, y lo que ya no seremos.
Pero en este viaje también he entendido de lo que hablaba el gran Thich Nhat Hanh cuando dijo eso de que sin barro no hay loto, o en inglés: no mud, no lotus. O dicho de otra manera: que en las mayores dificultades también puede haber mucha felicidad, y aunque es algo que nos cueste procesar, la vida es dualidad.
Estoy totalmente de acuerdo con la terapeuta Sara Kuburic cuando dice que:

Y es que confiar en que hay un gran “porqué” detrás de todo lo que pasa es lo único que salva.
Hay quien pensará que es consuelo de tontos, yo digo que es rendirse al camino. A la cruda realidad de que no controlamos el destino.
No sé si habéis escuchado el episodio con mi prima de la semana pasada, pero ella misma lo dice: “perder a tu madre es algo que nunca aceptas del todo, pero al final aprendes a vivir con ello, y vuelves a ser feliz.”
Ese pensamiento es increíblemente abrumador, pero es tan cierto como la vida. Que hay cosas que nunca aceptaremos, pero pase lo que pase, con tiempo y confianza lo superaremos.
Supongo que con todo esto solo quiero compartir que yo también estoy sufriendo, pero no voy a dejar que la culpa me paralice, porque nada de esto ha sido mi culpa; ni la tuya; ni de nadie. Confío en que caerán las responsabilidades donde tengan que caer, pero ahora nuestro deber, además de seguir ayudando, es mirar hacia delante desde la conciencia plena; La conciencia plena de saber que estar aquí es un regalo, y verlo así, la elección más importante que tenemos en la vida.
Me despido con otra de las grandes lecciones del maestro Thich Nhat Hanh:
"No es la impermanencia lo que nos hace sufrir. Lo que nos hace sufrir es querer que las cosas sean permanentes cuando no lo son. Necesitamos aprender a apreciar el valor de la impermanencia. Si tenemos buena salud y somos conscientes de la impermanencia, cuidaremos bien de nosotros mismos."
Y recuerda: el dolor es equivalente al amor. Si duele, es porque amas la vida, y no solo la tuya. Y eso es algo muy bonito.
Cuídate para seguir viviendo.
Vive para seguir cuidando.
Permítete sentir.
Siente para permitir.
Comparte y enseña.
Escucha y aprende.
Entrégate. Y nunca dejes de volver al gran porqué.
Namasté.
-Elena.

🎙️Esta semana en el podcast: hablamos con Ángel López (@vivirconangel), experto en gestión emocional y mindfulness sobre las diferentes emociones que estamos navegando a raíz de la DANA y cómo llevarlas con mayor ligereza. Ángel vivió el terremoto devastador que arrasó CDMX en 2017, por lo que habla como profesional de las emociones, pero sobre todo desde la experiencia personal. Escúchalo aquí:
🦋Alas y Raíces. Nuestra comunidad mensual de autoconocimiento y propósito. El próximo encuentro es el 18 de noviembre y hablaremos sobre cómo confiar en el proceso, incluso hasta cuando más cuesta. Si quieres regalarte un ratito de introspección en la mejor compañía, únete aquí:
Muchas gracias Elena por compartir. Hay una canción que me encanta relacionada con tu post: Xoel López - Lodo
Qué bonita Sara, no la conocía🫶🏼✨ mil gracias!